1° VIERNES
SAN ALFONSO MA. DE LIGUORI
(1696 - 1787)
Doctor de la Iglesia
San Juan Pablo II
La fama de Alfonso, muy notable en vida,
creció de modo extraordinario después de su muerte, permaneciendo inalterada en
estos dos siglos. He aquí el motivo por el que, después de su canonización,
decretada por mi predecesor el Papa Gregorio XVI el 26 de mayo de 1839,
comenzaron a llegar a la Santa Sede cartas pidiendo que le fuese conferido al
Santo el título de Doctor de la Iglesia. Dicho título se lo confirió el Papa
Pío IX el 23 de marzo de 1871. Y el mismo Papa, el 7 de julio de 1871, en la
Carta Apostólica Qui Ecclesiae suae,
comentando el título de Doctor de la Iglesia dado al Santo, escribía: Realmente
se puede afirmar con toda verdad que no ha habido ningún error, aun en nuestro
tiempo, que Alfonso, al menos en gran parte no haya refutado.
Los Papas sucesivos han reconocido siempre esta
fama, la han recordado y la han divulgado hasta nuestros días.
15 VIERNES
LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA
María, desprendida de lo terreno
San Alfonso Ma. de Liguori
La Virgen María vivió desprendida de los honores, humilde y escondida,
aunque era la Reina por ser Madre del Rey de Israel.
“Apareció una gran señal en el cielo: una mujer vestida de sol y la
luna bajo sus pies” (Ap 12, 1). Por luna entienden los comentaristas los bienes
de esta tierra, que son caducos como mengua la luna. Todos esos bienes nunca
ocuparon el corazón de María, sino que siempre los menospreció y los tuvo bajo
sus pies.
“¿Quién es ésta que
sube por el desierto?” (Ct 3, 6). “Subiste por el desierto porque tenías el
alma siempre recogida”. María, siempre y del todo separada del apego a las cosas
terrenas y unida del todo a Dios, pasó de esta tierra a la gloria, no con
amargura, sino contenta y dichosa porque iba a unirse a Dios con lazo eterno en
el paraíso.