31.1.11

SER SANTO




Ser santo es una luz

Ser santo porque el Padre Dios es santo
y santo es su Hijo Jesucristo.
¿No hemos sido creados a su imagen?
Asemejarse a él es la ilusión.
Ser santo es una luz, es una hoguera,
una estrella que brilla en las alturas.
Así lo pide nuestro ser cristiano,
puesto que somos de la misma estirpe.
Veamos los diversos ingredientes
como lo pide todo nuestro ser.
¿Quién nos creó? pregunta la cabeza.
¿Para qué nos creó con tanto amor?
Para ver en nosotros limpia y pura
esa su semejanza creativa,
pensar como Dios piensa, es la cabeza;
amar como Dios ama, el corazón.
Abrir los ojos y ver las maravillas
que para nuestro bien él esparció.
Palparlo con las manos y los pies.
Llenarnos de su amor y de su dicha.
Mantener siempre viva la memoria
desde que éramos niños y hasta siempre.
Sumergirnos en él como la esponja,
rezumando su vida en nuestros poros;
verlo siempre cerquita a nuestro lado,
para siempre seguir su voluntad
y jamás ofenderlo, antes morir,
darlo todo por él, hasta la vida.
Finalmente, pensar que hay otra vida
y que allí seguiremos en sus brazos
contemplándolo absortos cara a cara,
sumergidos en su felicidad.
¿Quién dice que ser santo es vida triste?
Es la vida más bella y más feliz.

 P. Enrique García Santamaría cssrenriquegs@gmail.com